jueves, 23 de abril de 2015




       Hay proposiciones en la vida que no se pueden rechazar. Ésta era una de ellas. Un viaje de 27500 millas  por el lejano Este, con origen en Casablanca y destino final China, pasando por Hong kong, los Emiratos Árabes Unidos y Tailandia. Para hacer honor a la verdad, tardé el tiempo que media entre el salón de mi casa y donde guardo el pasaporte. Le hice una foto, la mandé por Whatsapp y mi amigo se encargó de sacar los múltiples trayectos de nuestro viaje. 

    De esta forma tan expeditiva arranca mi viaje. Corría finales de enero en Málaga, tiempo desapacible, color gris, propio de la estación del año, el caso es, que la aventura da comienzo conduciendo un A4 de mi gran amigo JMRP, que días antes había tenido digamos que un lapsus de conducción y un bolardo chocó contra él.


   Le propuse llevarme su carro y repararlo en Casablanca, de allí partían mis vuelos, de tal forma que mientras yo viajaba lo repararían,  el que no reparó en un pequeño detalle fui yo. Pues no recordaba que si un extranjero entra en Marruecos en coche y sale del país en avión debe hacer entrega del automóvil  a los agentes de aduanas para su inmovilización. Lo pude solucionar. Vino al taller el agente de aduanas y le puso " el plombage".

   Aeroport Mohamed V, Casablanca  21.30 horas del    26 de enero de 2.015, vuelo EK-754 de Fly Emirates.  Primer destino Dubai, escala de pocas horas  y otro vuelo EK-370 Fly Emirates ahora rumbo Bangkok.

        
          Bangkok, capital y ciudad más poblada de Tailandia, aunque no es el nombre de la capital, todos los extranjeros la conocen por ese nombre, Bangkok significa en tailandés " aldea de la ciruela silvestre" y por los locales es conocida como Krung Thep Mahanakhon que significa " la ciudad de los ángeles ".

            Aunque de ángel tiene poco, vicio, alcohol, sexo, y lo que se quiera, sexo en toda su dimensión en cuanto a combinación y permutación; heterosexual, homosexual, bisexual, transexual, zoofilia y si me apuran diría que te lo puedes montar hasta  con un melón que nadie se escandalizaría por ello.

Muchachas prestas para dar un masaje. Bangkok


     En su descargo diré que Bangkok, es una ciudad alegre, divertida, dinámica, caótica, bulliciosa, viva y con ganas de vivir, donde se come y vive en la calle.


   En Bangkok hay que cerrar los ojos y guiarse por los olores. 



Puesto callejero de comida. Bangkok  




  En Bangkok, hay que pasear entre la multitud y sus miles de puestos callejeros. 


   En Bangkok hay que sentarse junto a una cerveza y fluir. 


   En Bangkok hay que dejarse llevar por la masa. 



   
   Las primeras horas las dedicamos a callejear, masajes, visitamos un poco la ciudad y cenamos en un restaurante con música en vivo a orillas de una avenida muy animosa. Al segundo día, mi amigo se marchó a hacer unas gestiones a Singapur y me quedé con los más de diez millones de seres que componen los diversos poblamientos de la metrópolis. 




          
         Uno de esos días tomamos un taxi rosa, los hay de diversos colores en función de las compañías que ofrecen el servicio. El color del mismo le venía que ni de perlas al chófer, pues tenía más laca en su pelo que nuestra grande muy grande y añorada Rocío Jurado, que Dios la guarde en su gloria.





      El taxi parecía el cuarto de una de nuestras adolescentes lleno de polladas colgando por todos los huecos, así como, un número indeterminado de muñecas de peluches de color rosa en la bandeja trasera. No sé como podía ver por el retrovisor.









     Por estos lares , el mostrar la feminidad a los portadores de los cromosomas 23 en su configuración XY no provoca ninguna acritud o causticidad en el resto de sus conciudadanos. Pero esto no era una cuestión de tolerancia o templanza , era llana y simplemente una cuestión de seguridad. Que Dios lo guarde en su gloria también al chófer.

         La noche anterior en un puesto callejero de frutas, conocimos fugazmente a una francesita que vivía allí, ésta nos aconsejo que no nos perdiéramos el mercado flotante a las afueras de la ciudad. 

Al día siguiente me encontraba en el mercado Damnern Saduak Floting Market. 

                                                                                                                             Puesto de fruta  del mercado flotante.

      Damnern Saduak, es una intrincada red de canales fluviales de anchura escasa y tráfico intenso donde los lugareños venden toda clase de productos enfocados al turismo de calidad incierta y precios ciertamente inflados, pero merece la pena perderse un rato por sus calles de aguas.


                                                                                                                      Mercado Damnern Saduak
             
         Damnern Saduak,  es en realidad el nombre del canal construido en el reinado del rey Rama IV éste  lo había excavado para conectar el río Taachin en la provincia Samutsakorn y el río Maklong  en Samutsongkram con el objeto de dar salida al transporte de mercancías.
    

          Las tierras aledañas a los canales del mercado flotante de Damern Saduak son sumanentes fértiles. 

          Sus pobladores en sus canoas nos regala cada amanecer un verdadero placer para los sentidos en colores, texturas y formas; mangos, cocos, bananas, pomelos chinos, uvas de Malacca y un sinfín de frutas tropicales como el rambután, la fruta del dragón, la mangostán o la controvertida durián exquisita de sabor pero de un olor fétido repugnante. Por ello, está prohibida en muchos países asiáticos introducirlas en trasnsportes públicos y hoteles.

     De ahí a Phuket, vuelo DD-7506 de la compañía local NOK, yo definiría este famoso enclave de moda como el Benidorm de Tailandia, mucho turismo, tiendas para turistas, bares, hoteles, más bares y más hoteles. 

Para mí, éstos sitios sólo tiene interés por saber que existen.  


                                                zona de marcha de Phuket, una noche cualquiera
    



 En la playa motos de agua, flyfish, paracaidas tirados por lanchas motoras, pubs llenos de rusos y rusas, rusas imponentes, barras americanas con bailarinas de exiguo ropaje, alcohol y mucho Ladie-Boy.


        A algunos la combinación de  alcohol y noche , les ha hecho una faena, ya que hay que tener los cincos sentidos en perfecto estado de revista para que la vista no te  juegue una mala pasada.


                                                                                                               Playa de Phuket.
 

         Otro vuelo, EK-384 de Fly Emirates, esta vez destino Hong Kong.



       Hong Kong, es China y no es China a la vez. El 1 de julio de 1997, Reino Unido transfirió la soberanía a la República Popular China después de un siglo y medio bajo pabellón británico. Y no es China, porque gozan de mucha más libertad, tiene una moneda diferente y han redactado su propio sistema democrático en virtud de la llamada Ley Básica.



      Hoy en día conviven dos sistemas  en Hong Kong, aunque la situación se está revirtiendo, pues China es menos comunista con sus nuevos ricos y Hong Kong con la invasión de los chinos continentales está perdiendo parte de su identidad.
  
    Todos los días a la caida del sol, entre la Avenida de las estrellas y el centro Cultural de Hong kong, en el paseo frente al Golden Bauuhinia Square en Wan Cha, se puede contemplar el que está considerado como el espectáculo de luces y sonido más grande del mundo reconocido por el libro Guinness  de los récords. Consiste en la proyección de luces, láser y música sobre 40 edificios a ambos lados del puerto. 

Estas proyecciones, simbolizan la energía, el alma y la diversidad de Hong Kong.

                                                                                  Foto tomada desde la avenue of star, se puede observar el juego de luces

     Atravesamos la frontera China-Hong Kong, en un taxi compartido. En la aduana, no nos debieron ver muy buena cara. Nos apearon del vehículo, nos hicieron pasar todos los bultos por un escáner en una caseta habilitado al respecto y con una pistola, cual a gorrinos nos controlaron a ver si traíamos calentura. 
  
                                                Edificio en Shenzen
   Y pisé China. Ciudad Shenzen una tarde de febrero cuando el sol empezaba a iluminar el hemisferio sur, lloviznaba, el ambiente era de humedad y de leve brisa fresca. 




    Todo me pareció gris. 




    Habíamos pasado en menos de 24 horas de un país alegre, cosmopolita, cálido y hedonista en esencia a otro gris, atribulado e introvertido.




        





  Pasamos de la luz a las tinieblas.


  Pero eso es la grandeza de este mundo.
                                  
                                    
        
  En nuestro segundo día en china nos dirigimos  en tren de cercanías a la ciudad de Guangzhu, ésta es  una de las ciudades más ricas de China, en la cual,  se celebran importantes ferias comerciales cada  año  y a la que acuden empresarios de todo el mundo ávidos de negocios.    
    
  Nos alojamos  en el intercontinental hotel, a mí me tocó la planta 38, vistas impresionantes del río que atraviesa la ciudad.


    Temprano tomamos el metro, justo en la boca del mismo, habían como una docena de chinos mandarines de ambos sexos vociferando al unísono miao, miao, miao, nos miramos y no pudimos evitar reírnos a moco tendido, parecían que estaban escaldando a un grupo de misifues. Para mis adentros pensé, si que son raros de cojones estos chinos. 

                                                                                                              Operarios en un pequeño taller del bario de la electrónica 

       El día transcurrió vagando de un lado para otro entre especies de centros comerciales,  amplios espacios diáfanos, moles de cemento, entreplanta de edificios con decenas, cientos de minúsculos puestos de trabajo que no superaban pocos metros cuadrados y donde los trabajadores se afanaban en arreglar todo tipo de aparatos electrónicos, teléfonos móviles, ordenadores, impresoras, circuitos, etc.

    Miles de tíos con soldadores, destornilladores, cables de todos los calibres imaginables, adaptadores para  aparatos que no sé ni que existen y todos trabajando a destajo. Creo que compiten a ver quién aguanta más tiempo trabajando sin mear. 


          En tal borrachera, yo también compré cachivaches electrónicos, mp4, cable puerto com a usb, cargador de móvil, baterías, altavoces, linterna con batería recargable, reloj que funciona con agua y sin pilas, de éstos compré  tres,  y un sinfín de aparatejos que no sirven para nada, pero que me hicieron  gracia y a un precio de risa.   


                                                                                                                                                                  Barrio de la electrónica 
                                                                                      
            En este país las distancias son tan grandes y todo es tan desproporcionado que los negocios se agrupan en barrios enteros, los hay de la electrónica, de relojes ( todos más falsos que Judas), de cámaras de fotos( allí me volví loco), del textil, del té......  


       A última hora nos fuimos a ver las tiendas del té, que es tan grande como el centro histórico de muchas de nuestras ciudades europeas. Allí una jovencita, o a mi me lo pareció, regentaba una tienda de té. 
         

  
             El decorado era  realmente bonito, con  todas las paredes revestidas de madera con dibujos geométricos y letras chinas de vivos colores. Té de todas las regiones , de jazmín, de jengibre, té para depurar el organismo, para dormir, para no dormir, para mear, para que se te levante. Otra  de chinos. 





     
  Reconozco que desde hace muchos años, soy un ávido consumidor de té, uno de los más exquisitos y refinados es el té blanco, originario de las altas montañas de la provincia de Fujian, sólo se recogen los brotes más tiernos  y jóvenes que es donde se concentra toda la energía. 

   Se cosechan durante unos pocos días de cada primavera y su recolecta se hace a mano para no dañarlos y preservar su aroma. 

    Es un extraordinario antioxidante, por eso se conoce como el       " elixir de la juventud ".  



   Vuelta a Dubai vuelo EK-384 Fly Emirates, si en China todo es inmenso, en Dubai todo es grandioso. Centros comerciales de los más grandes del mundo, el edificio más alto del globo " Burj Khalifa" , y ahora estén haciendo el zoológico también más espectacular del mundo. 

     Las tiendas de las mejores marcas tienen que estar allí, a ver quién tiene el escaparate más lujoso, más grande, más brillante. 



                                                                                                                                     Escaparte de Victoria´s Secret.  Dubai Mall

       

     Cuando uno se para a tomarse un té blanco, recogido en las montañas de Fujián en esas  cafeterías con adornos dorados por todos sitios, sólo te puede asaltar una idea, !! vaya gilipollas somos los humanos !!

          Si te quieres pasear con un buen collar de perlas y un buen "peluco" sin duda alguna el lugar es Dubai. No vas a desentonar y te puedes pasear a las tres de la madrugada solo que nadie te va a atracar. Algo bueno tenían que tener.

























Edificio Burj Khalifa, el más alto del mundo 888 metros de altura.

        

    Vuelo a Casablanca, EK-753 de Fly Emirates. 

       La casualidad quiso que voláramos un 9 de febrero, y como nos desplazamos de este a oeste el día se alargó 4 horas más, resultando de esa forma ser el cumpleaños más largo de mi vida, disfruté durante 28 horas. Esas cosas tiene el viajar.  



     
    En Casablanca recogí el famoso A4. Emprendí el camino de regreso de éste fantástico viaje, pero el destino aún me tenía reservada una última sorpresa.

     Casi todo el viaje de Casablanca a Ceuta lo hice con las ventanillas abiertas  por el olor a pintura y macilla, pues  acaba de sacar    el  coche  del taller de  chapa y pintura y el olor a pintura  era fortísimo.

       Conforme pasaban los kilómetros el "colocón " por la  pintura y disolvente   iban en aumento.

      Llegué a la frontera de Ceuta, un miércoles cualquiera de un mes de febrero cualquiera, la cola de coches ese día era extraordinaria. Sellé mi pasaporte sin más contratiempos.

       Y llegó el momento del coche, se acercó un agente de aduanas a inspeccionar el vehículo, los métodos que usan son arcaicos pero eficientes,  el agente con un destornillador cogido del revés golpeaba las zonas huecas del coche y aquello debía sonar " toc toc" como él estaba acostumbrado, pero ese día, o no tenía el oído fino, o en el taller habían colocado más macilla de la cuenta. 

     Llamó a otro colega, éste me hizo abrir todas las puertas del coche, el capó, el maletero, y el " toc toc" tampoco le resultó familiar. La cola de coches a mis espaldas se iba alargando. 

   Y entonces caí en la cuenta de que el A4 lo había tenido 15 días en un taller sin control y que me podían haber metido cualquier cosa; hashih, coca, kifi, o hasta una cabra que no me hubiese enterado, en aquel momento mis atributos se me pusieron del tamaño de dos peladillas y las amígdalas como dos melones.


       Dos aduaneros y aquel  "toc, toc " sin sonar como debiera. Apareció un tercero y yo dando vueltas al coche con cara de póker. La cola era ya considerable. Uno de los agentes le dice al otro mitad en árabe mitad en francés " dí il fossé" llévalo al foso, pensé el coche al foso y yo al talego. Creo que aquello duró 15 minutos aunque a mí me pareció una eternidad. 

          Yo solo ante la adversidad.

        Y en esto se acercó un perro de aduanas, era la primera vez que veía un perro haciendo esta labor en la frontera en Marruecos, en Ceuta y Algeciras es normal. El perro se acercó al coche y no dijo ni " mú ", en mi vida he querido más a los canes. Me dejaron pasar sin más contratiempos. El chapista resultó ser un tipo honrado.

     Proseguí mi camino con el miedo todavía en el cuerpo, conforme me alejaba de la frontera mis amígdalas iban recobrando su tamaño natural,  no a la misma velocidad mis partes nobles.

          Al llegar a Marbella, hice entrega a mi amigo JMRP su flamante A4 totalmente restaurado, ver su cara de alegría valió la pena los 15 minutos de acojone. Eso sí, le advertí que vigilara los bolardos.