jueves, 23 de abril de 2015

    
  Nos alojamos  en el intercontinental hotel, a mí me tocó la planta 38, vistas impresionantes del río que atraviesa la ciudad.


    Temprano tomamos el metro, justo en la boca del mismo, habían como una docena de chinos mandarines de ambos sexos vociferando al unísono miao, miao, miao, nos miramos y no pudimos evitar reírnos a moco tendido, parecían que estaban escaldando a un grupo de misifues. Para mis adentros pensé, si que son raros de cojones estos chinos. 

                                                                                                              Operarios en un pequeño taller del bario de la electrónica 

       El día transcurrió vagando de un lado para otro entre especies de centros comerciales,  amplios espacios diáfanos, moles de cemento, entreplanta de edificios con decenas, cientos de minúsculos puestos de trabajo que no superaban pocos metros cuadrados y donde los trabajadores se afanaban en arreglar todo tipo de aparatos electrónicos, teléfonos móviles, ordenadores, impresoras, circuitos, etc.

    Miles de tíos con soldadores, destornilladores, cables de todos los calibres imaginables, adaptadores para  aparatos que no sé ni que existen y todos trabajando a destajo. Creo que compiten a ver quién aguanta más tiempo trabajando sin mear. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario